
La acción vertiginosa del cambio mundial hace que las acciones educativas se muevan desde una perspectiva tecnológica hasta un enfoque moral, evidenciando un nuevo planteamiento de la educación y fundamentando la relevancia de los pilares actuales de la misma, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos, como objetivos primordiales de una profesión “La Pedagogía en salud” y la fundamentación de un proyecto con calidad de vida.
Una disciplina profesional que ha de ser estructurada sobre las bases morales y éticas, que responda a las necesidades de los derechos individuales en razón de los colectivos; determinando obligaciones y responsabilidades básicas comunes en la construcción para una ley educativa particular, que prime sobre una ley educativa general, donde se reclamen los derechos del ser y se reglamenten sus deberes, desde el núcleo de una ética profesional pedagógica hospitalaria que responda referencialmente a la ética profesional clínica en general.
Desde la ley ha de nacer el código como el listado de deberes y derechos del profesional en pedagogía hospitalaria, reglamentando la correspondencia con relación a otros, desde la finalidad propia de la moralidad, situado entre lo jurídico y lo ético, pero aún no estructurado y concretado visualmente por contener un carácter impreciso, una validez relativa y un valor de juicio indiscutiblemente objetivo.
Su cimiento debe estar normalizado desde la acción humana, como construcción a favor del profesionalismo, cumpliendo con la mediacionalidad en la resolución de compromisos, para superar la consideración de ser un profesional ético y moral que no precisa de códigos con validez objetiva y concreta para el buen ejercicio de su accionar, siendo suficiente un aprender a ser. Así se fortalecer la propia personalidad del profesional preparando sus condiciones para obrar con creciente capacidad de autonomía, juicio y responsabilidad personal, construyendo los derechos y los deberes de la profesión y de la profesionalización de la pedagogía en salud; íntimamente ligados desde la fundamentación moral, ética y jurídica, y de todos aquellos procesos que de ellos se deriven como elementos secundarios.
La profesión pedagógica hospitalaria ha de ser objetiva en cuanto a una realidad material y espiritual que da lugar a un quehacer específico. Es formal por ser un ejercicio de la facultad del hombre que posee un fin, determinada por ser social y poseer disposición, con aptitud desde una recta intención, es lícita por servir a fines de una sociedad y caracterizada como la vocación, la probidad y el espíritu social; necesitando de la idoneidad, proporcionada directamente por la vocación a un trabajo sublime, en los que se exige la implementación y el cumplimiento de los derechos profesionales, la honradez y la buena voluntad.
El profesional debe servir, ser permanente, ser organizado, ser de beneficio social y ser de beneficio económico para una institución de la sociedad, encaminándose dentro de la ética realista. Su vida contiene derechos, deberes, actitudes profesionales, que lo preparan para aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia que lo llevan a realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.
Considerando la profesión pedagógica con todo aquello que relaciona el contexto profesional hospitalario con su que hacer desde el vínculo moral, estableciendo un aspecto personal, abierto y sin restringir al objeto de su accionar, es que se reconoce en esta profesión los principios generales que la ética establece para el profesional como persona humana con vocación, aptitud, actitud, flexible y humilde hacia el conocimiento.
El Pedagogo Hospitalario es un ser humano ejerciendo una profesión, con un carácter ético como resultado de una conquista personal, desde donde se estructura su temperamento con el que nace y se configura su comportamiento, el que se hace desde la libertad y el conocimiento, generando hábitos desde el factor ético fundamentados desde la persona que construye el profesional, que se caracteriza por ser inexcusable en su formación, determinante operativamente del hábitat de la profesión, elemento configurador del carácter profesional y ser la noción central de la escala de valores deontológico de la Pedagogía en salud.
El punto de partida para la construcción del profesionalismo del pedagogo hospitalario se genera en la diversidad de la experiencia subjetiva tanto individual como colectiva, estableciendo los nuevos conceptos desde la inducción adecuada para el abordaje de los hábitos generales y profesionales.
Los hábitos de este profesional han de estudiarse teniendo en cuenta los principios que según la experiencia adquirida hospitalariamente se llegan a reconocer:
– Considerados en su conjunto profesional y humano
– No pueden ser exclusivos de una profesión en particular
– Deben ser hábitos del profesional, pero infaltablemente de la persona
– Cumplir con las especificaciones de los hábitos comunes humanos.
Dichos hábitos se fundamentan de la virtud del ser humano, entre las que encontramos teniendo en cuenta a autores como Altarejos:
La virtud de la resistencia: que supone la necesidad de los profesionales en pedagogía en salud de mantenerse firmes y no detenerse, en el proceso de construcción del conocimiento a pesar de las deficiencias en la acción e incertidumbres en los resultados.
Las virtudes de la moderación: en donde el pedagogo hospitalario precisa del equilibrio físico y psicológico, proporcionándole la templanza necesaria para el quehacer docente, con armonía interior consistente que impida el descomedimiento en la sensibilidad intrínseca del ser humano y el desorden en las intenciones ejecutivas, como soporte de la acción docente.
Las virtudes profesionales superiores: estas hacen relación con la didáctica en el mismo acto de enseñar y de aprender, en correspondencia con una ética general desde la justicia y la prudencia.
El Yo profesional del docente hospitalario requiere de la virtud de la justicia, más que de ninguna otra, con ella el logra regular las relaciones humanas desde, la justicia conmutativa (relación de los individuos entre sí), la justicia distributiva (relación de la comunidad para con los individuos) y la justicia legal o general (relación de los individuos para la comunidad), estos apartes se apoyan en el concepto que autores como Altarejos proporciona en su escrito sobre la ética profesional en general, y que entre tantos son soporte y aporta a la construcción del lazo de unión entre la Rehabilitación profesional a la Rehabilitación basada en la comunidad, con justicia y equidad fundamentando las relaciones verdaderamente humanas y personales que exigen de la profesión un acto de humanidad, interfiriendo en el principio sustantivo del individuo desde su diversidad, “la razón”, como objeto de la enseñanza formativa.
Al Docente especializado y dedicado a la “Pedagogía en salud” le concierne vivir la justicia de modo que pueda realizarse desde y para la diversidad humana, aseverando los actos de la justicia desde la equidad más que ser para todos por igual, cobrando un matiz diferente en el campo educativo y en especial cuando el aula se desconfigura por carecer del campo tradicional educativo, al buscar posicionarse desde el concepto real de la equidad, como una clase fundamental de justicia para la comunidad.
El Yo profesional del docente hospitalario requiere de una virtud adicional que acompaña a la justicia, “la veracidad” y dentro de ella el elemento fundamental que la hace real “la sinceridad”, que se refiere a la integridad y honestidad de la persona, que al hacer buen uso de ella obra desde otra virtud “la rectitud”, exigida por la misma naturaleza de la acción educativa y formativa, establecida por el docente dentro y fuera del ambiente pedagógico.
Desde este punto se pretende que el hacer docente establezca desde allí el sistema y el nuevo funcionamiento de la ciencia que enseña en contextos sanitarios “La pedagogía en salud”, fortaleciendo el comportamiento del docente, en el que la prudencia puede llegar a ser un eslabón mas clave de la enseñanza. Sin embargo se presenta una controversia que matiza la discusión ¿Qué es primero?…”el orden lógico o el orden psicológico del proceso de enseñanza y aprendizaje en estos contextos?
Supone entonces que la profesión docente hospitalaria más que de atender sobre el orden, debe responder al proceso de enseñanza y aprendizaje individual, flexible y transversal, con la facultad de captar rápidamente las situaciones con una vertiginosa toma de decisiones, para lo cual deberá apoyarse de un trabajo cooperativo, transdisciplinario y transversal obteniendo consejo, escuchando atentamente lo valioso y sensato de aquellas opiniones ajenas de otras profesiones, en especial de donde nace la pedagogía “La Psicología Hospitalaria”.
Por: Lina Flórez Perdomo